Tan importante o más que encontrar y utilizar el producto más adecuado para cada necesidad en el catálogo de G2 Green es que los propios utensilios de limpieza con los que se aplican estén también limpios y desinfectados antes de cada uso para que sean realmente eficaces.

Limpiar los utensilios de limpieza puede sonar redundante. De hecho, lo es, pero también es muy necesario. Tanto como subir arriba; entrar adentro; salir afuera; bajar abajo, y seguro que más de uno las ha escuchado con sus propios oídos. La verdad es que son de lo más curiosas. ¡Tal es su importancia que incluso al escribirlas el corrector del Word avisa que algo no va bien con ellas! Siempre se repiten de nuevo. Por cierto, también es redundancia. Una y otra vez. Las hay mucho más complejas e interesantes. Algunas de lo más divertidas y, sin embargo, todo el mundo es testigo presencial de que perduran en el tiempo. Para esto no hay conclusión final ni tampoco funcionario público que lo solucione. Será por algo. Enfatizan las expresiones, subrayan y remarcan la importancia de las cosas porque, por ejemplo, limpiar los utensilios de limpieza es fundamental.

Solo para hacerse una idea, en el estropajo con el que se friegan los platos hay 45 mil millones de bacterias por cm² de más de 360 especies diferentes. Muchas más que en el inodoro o que en la bayeta con la que se limpia su interior.

Estropajos, bayetas, fregonas… ¿Por qué hay que limpiar los utensilios que empleamos en nuestros procesos de higiene y desinfección?

Todo bien reluciente y desinfectado menos con lo que se limpia. Hay que admitirlo… ¡Qué levante la mano quien recuerde la última vez que limpió el estropajo! Siempre se olvida. Se acaba la tarea y ahí queda al fondo del fregadero. El hecho de que se usen para limpiar no significa que sea auto limpiante. De hecho, albergan gran cantidad de suciedad, bacterias, desechos y olores si no se cuidan adecuadamente. Además, cuanto mejor se mantengan estas herramientas, más tiempo funcionarán sin tener que comprar repuestos. Bayetas con una textura aceitosa; fregonas sucias que pueden volver a depositar suciedad en los suelos o, incluso, rayar los de madera; y aspiradoras mal mantenidas que no succionan el polvo como deberían. Imprescindible que estén siempre en óptimas condiciones para obtener los mejores resultados y que realmente cumplan con el objetivo para el que fueron diseñadas: limpiar y desinfectar.

Mitos y curiosidades sobre las herramientas de limpieza y cómo limpiarlas correctamente

La mayoría de las veces se olvida y es tan importante o más que elegir el producto de limpieza adecuado. No basta escoger el más adecuado para cada necesidad en el amplio catálogo de G2 Green si los utensilios con los que se aplican tampoco están limpios de verdad. Todo el mundo sabe cómo y cuándo utilizar las referencias para vajillas, tratamiento de suelos, limpiadores generales desengrasantes, enzimáticos, virucidas…  Sin embargo, pocos son los que conocen el mejor modo de limpiar un trapo, una bayeta y un estropajo, ¿verdad? Fruto de este desconocimiento son muchos los falsos mitos que circulan sobre el tema y es el momento de desmentirlos todos. La importancia es grande. Por cierto, muchos de estos mismos productos son la mejor solución al problema. Entonces, ¿cómo limpiar todos estos utensilios?

Y con los paños de cocina con los que se secan las superficies y los platos puede ser peor. En poco más de 2 cm³ de un trapo se pueden encontrar millones de bacterias entre las que destacan e.coli, staphylococcus aureus y listeria.

Mito #1 Aclarar los estropajos en el grifo es suficiente para quede como nueva

Falso: no hay nada malo en enjuagarlos después de usarlos. Elimina los restos de jabón y de suciedad, pero no quiere decir que haya quedado completamente limpia solo con eso. También hay que usar un desinfectante para que esté lista para el siguiente uso. En caso contrario solo se favorecerá el crecimiento de bacterias y gérmenes. Tampoco es complicado hacerlo después de cada uso. Sumergirlas en lejía diluida funciona. También hay quien las mete en el lavavajillas en un ciclo de lavado caliente e, incluso, en el microondas, pero esto último es muchos menos recomendable.

Mito #2 No es necesario lavar la fregona porque ya se limpia con el jabón del cubo

Falso: suena bien, pero tampoco es cierto en absoluto. La fregona es perfecta para el tratamiento de suelos. De hecho, es una de las mayores innovaciones españolas junto al chupa chups. Sin embargo, tampoco se limpia sola durante el proceso. ¡Ojalá! Demasiado bueno para ser cierto. Más que nada porque el cubo en el que se aclara y remoja además de jabón está mezclada con toda la suciedad que ha ido recogiendo. Además, tiene un efecto acumulativo. Es decir, la próxima vez que se utilice seguirá ahí a no ser que al menos se aclare con agua limpia.

Mito #3 El papel de cocina y las toallitas del baño sirven para limpiar todo

Falso: Si se habla de innovaciones, el papel de cocina es una de las mejores. Tienen infinidad de usos. Por este motivo, pueden parecer la solución ideal a todos los problemas anteriores. Siempre a mano y muy fáciles de utilizar. Aparentemente absorben muy bien y se pueden emplear en una gran variedad de superficies. Sin embargo, el hecho de que sean de usar y tirar tiene algunas otras implicaciones medioambientales y eso sin contar con que sus fibras se pueden romper fácilmente y hacer que se adhieran a lo que se está limpiando. No, sin duda, no son la alternativa perfecta.

Mito #4 Lo mejor es limpiar todos los utensilios con detergente en la lavadora

Falso: Como tampoco lo es meterlos todos juntos en la lavadora. Trapos, bayetas, gamuzas y también paños de microfibra. En primer lugar, porque para que sea eficaz hay que hacerlo a muy alta temperatura y también porque así algunos tejidos se pueden estropear perdiendo su eficacia. Este es el caso de los paños de microfibra. Perfectos para atrapar el polvo y la suciedad como un imán con sus miles de fibras con carga eléctrica, pero que si no se mantienen pueden perder sus cualidades y acabar convirtiéndose en un trozo de tela normal y corriente. ¡Cuidado!

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