Comer con el olfato y no con la vista. El olor es el factor determinante a la hora de entrar a cualquier establecimiento para el 84,2% de los consumidores y en la hostelería su importancia es aún mayor. Influyen no solo en las sensaciones sino también en la propia experiencia y en el sabor de los propios de los platos.

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Vista, olfato y gusto. Siempre en el mismo orden. Levantar la copa y admirar todos los matices de su color. Únicos. No todos los tintos son rojo cereza ni los blancos amarillo pajizo. Entre uno y otro hay infinitos matices. El ojo humano es capaz de distinguir 10 millones de tonalidades y, por supuesto, la mayoría no tiene ni nombre. Después la forma correcta de catar un vino es seguir con el olfato. Ahí la cosa se empieza a complicar porque la cifra se puede multiplicar por 10 o 100 mil. Así lo asegura un estudio de la Universidad de Rockefeller en Estados Unidos. Están los aromas primarios, los que vienen de la propia uva (frutas, flores, especias…); los secundarios que se corresponden de la fermentación (pan recién hecho, yogur…); y, por último, los terciarios. Es decir, los de la crianza en barrica como tostados, maderas o cuero.

La nariz humana es mucho más poderosa de lo que se piensa. Hasta hace poco se pensaba que tan solo podía distinguir entre 10.000 olores, pero un nuevo estudio de la Universidad de Rockefeller (Estados Unidos) ha elevado la cifra hasta el billón de aromas.

Todos diferentes y definen la personalidad de cada uno de los vinos, pero lo que es seguro es que entre ninguno de todos estos olores que encierran las botellas se encuentra el de fritanga, el de cañería y agua estancada del baño o los de sudor. ¡Imposible! Además, es más importante de lo que parece porque si, finalmente, se habla del sentido del gusto, al beberlo el ser humano tan solo es capaz de reconocer cinco sabores y eso que el quinto nadie entiende lo que es.

Ya se sabe, dulce, salado, amargo, ácido, y ¡umami! Tiene su lógica. El olfato y el gusto están estrechamente relacionados. Las papilas gustativas de la lengua identifican el sabor y las terminaciones nerviosas de la nariz identifican el olor. Ambas sensaciones se comunican al cerebro, el cual integra la información para que los sabores puedan ser reconocidos y apreciados.

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El ser humano recuerda hasta el 35% de lo que huele frente al tan solo 5% de lo que ve. La basura es el olor que la mayoría considera más desagradable (45%), seguido del tabaco (26%). Por otro lado, en los lugares públicos, el sudor (63,2%) o la comida en mal estado (31,6%).

Olfato, el factor clave en la hostelería y la restauración

Y no debe haber distracciones. Lo mismo sucede con la vista y el oído en ambientes especialmente ruidosos. Se dice que se come con los ojos, que también influye, pero sobre todo lo hacemos con la nariz y se nota cuando se está resfriado. Nada sabe igual. Incluso, la experiencia puede ser de lo más insípida. Y eso sin contar con que la memoria del olfato es la más poderosa de todas. Puede hacer viajar y retroceder hasta cualquier momento de la vida. Por eso, en la restauración y la hostelería es fundamental. Más que en cualquier otro sector.

De hecho, para el 84,2% de las personas el olor es un factor determinante a la hora de entrar a un establecimiento, sea del tipo que sea. Así, los platos serán apreciados por la vista, evaluados por el oído, disfrutados con el gusto y, fundamentalmente, recordados por el olfato. No falla nunca.

Sin embargo, no basta con disimularlos. Deben ser eliminados y la forma más natural de hacerlo es con limpiadores enzimáticos como Don Bio Fresh de G2 Green. Más eficiente, no camufla; reduce tiempos y consumo de agua; biodegradable; y sin riesgos para la seguridad alimentaria.

Principales fuentes de olores en la hostelería y la restauración

Es más sencillo de lo que parece. No a todo el mundo le gusta el café, pero su aroma, y más si está recién hecho, se asocia al hogar, a las mañanas en familia y a experiencias positivas. Igual que con el pan recién horneado y, sobre todo, con las magdalenas. Sin duda, uno de los olores que más se asocian a la felicidad junto a pino, protector solar, hierba recién cortada o las brasas de una parrilla. Sin embargo, con otros sucede lo contrario y nunca debería estar en restaurantes, bares, o comedores de restauración colectiva.

Los humos y los residuos orgánicos de las cocinas, las cañerías del baño, las humedades de sótanos y bodegas, y, también, la falta de ventilación en las salas en las que comen infinidad de personas platos muy diferentes. Todo influye a la hora de saborearlos y eliminarlos a veces no es tan sencillo.

Limpiadores enzimáticos y adiós los olores de la forma más natural

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Tampoco basta con perfumarlos. Lo malo de los olores es que son acumulativos. Se van sumando unos a otros dando como resultado otro diferente y el resultado final puede ser aún peor. Por eso, la única forma de crear una experiencia gastronómica única es acabar con ellos de una vez por todas. Y, además, hacerlo de la forma más natural y también sostenible. La solución son los limpiadores enzimáticos como G2 Don Fresh de G2 Green. Las ventajas son incuestionables… Más eficiente, no camufla los olores. Rentable, ya que reduce tiempos los tiempos de limpieza y no requiere de mantenimiento. Sostenible, reduce el consumo de agua. También respetuoso con el medio ambiente ya que es biodegradable. Además, inocuos para la salud animal y humana y, por tanto, en la seguridad alimentaria.

  • Desodoriza ambiente y superficies.
  • De acción inmediata gracias a la combinación de tensoactivos y agentes perfumantes.
  • Limpieza en profundidad gracias a la acción de microorganismos.
  • No presenta efectos corrosivos sobre las superficies, equipos ni materiales.
  • Producto con espuma controlada para su uso en sistemas de dosificación automática.

La solución perfecta para eliminar los malos olores en la hostelería y restauración creando el ambiente único para una experiencia perfecta. Es decir, para que los platos sepan, ni más ni menos, a lo que tienen que saber (y también oler). Por eso, G2 Don Fresh es un producto pensado y desarrollado a base de microorganismos de origen natural y enzimas, no patógenas. Dada su formulación es un producto ideal para combatir los malos olores producidos por la degradación de materia orgánica en todo tipo de localizaciones. Desde la cocina, al baño pasando por tuberías, desagües, pozos, fosas… y, además, lo hace de la forma más natural y sostenible, siempre pensando en el medioambiente.

Y recuerda, ¡Think big, clean green!